Museo de la Cerveza La Zaragozana en la Ciudad de Zaragoza

Museo de la Cerveza La Zaragozana en la Ciudad de Zaragoza

6-29-2024 / POR Administrador

Museo de la Cerveza La Zaragozana

Museo de la Cerveza La Zaragozana

La empresa nació, como fábrica de cerveza, malta y hielo, en 1900, impulsada por un grupo de emprendedores, con dinero y visión de futuro. Pensaron que elaborar esa bebida, novedosa en España, aunque bastante consumida ya en Aragón, era una buena manera de dar salida al cereal aragonés.

Estos empresarios becaron al ingeniero Antonio Mayandía, para que fuera a Alemania a aprender cómo eran las fábricas de cervezas y, a su vuelta, se alzaron los primeros edificios de La Zaragozana, con austero ladrillo y el estilo industrial propio de la época. Inauguraron tres fábricas al mismo tiempo: la de cerveza, la de malta y la de hielo, pues en los primeros tiempos de la industria cervecera, las fábricas siempre estaban relacionadas con la producción de hielo.

Ficharon a un maestro cervecero alemán, Charles Schlaffer, para que pusiera en marcha la cervecería. El aventurero cervecero lanzó una cerveza tipo pilsen, clara, y otra tipo Munich, oscura, como primeros productos de La Zaragozana. Desde su origen, la fábrica maña se ha caracterizado por su constante afán de innovación y así siguen, probando y anticipándose al mercado.

La empresa aún conserva la Maltería y la sala de Braceado, casi igual que cuando vino Schlaffer, y la enseña a los visitantes, con cita previa.

Aunque esta fábrica forma parte del patrimonio industrial de Zaragoza y cuenta con auténticas piezas de museo, sigue en funcionamiento. Cuando se decidió hacer visitable la malhería y parte de la vieja fábrica de cervezas, el arquitecto Pérez Latorre rehabilitó y acondicionó estos espacios, haciendo que las visitas y la actividad de la fábrica fueran compatibles.

La visita comienza en el Espacio Ámbar, un salón social para degustar las diferentes variedades de La Zaragozana y para celebrar algunos acontecimientos. Decoran la sala un colorista cuadro sobre el mundo cervecero de Jorge Gay, una escultura de flor de lúpulo de Francisco Rallo y una colección de todos los envases y tipos de cervezas que La Zaragozana ha diseñado y elaborado, desde 1900 hasta nuestros días. Es un recorrido muy ilustrativo que nos muestra la evolución de un producto, de su marca y de su imagen.

De ahí, entramos de lleno en el proceso de elaboración, empezando, como debe de ser por el principio: por la maltería. En la maltería, nos muestran las máquinas decimonónicas de madera que libran al grano de la paja; el horno en el que, después de mojar el grano, se seca y se tuesta; el viejo artilugio mecánico que quita a la malta las raicillas y otros restos, y el lugar en el que se llenan los sacos, desde 1900, separando cada uno de los productos. La malta se muele para pasar a la sala de braceado y los restos se empaquetan para alimentar al ganado.

La sala de braceado que nos muestran en la visita es la original: con sus tres calderas de cobre y el filtro. Es una sala alicatada de blanco, con grandes ventanales y cierto aspecto de hospital antiguo. Ahí se disponen las tres calderas en las que se mezclaba el agua con la malta, se añadían algunos granos de cereal crudo y se procedía a la ebullición y a la incorporación del lúpulo. Ahí, nuestros guías aprovechan para darnos una rápida lección de química y explicarnos cómo un mosto dulce y turbio comienza a transformarse en cerveza transparente y ligeramente amarga. El filtro antiguo, en lo alto de la sala es otra joya de nuestro patrimonio industrial. En la sala de braceado también nos enseñan distintas maltas, pálidas, tostadas y torrefactas, y flores de lúpulo, para que apreciemos su olor y sus peculiaridades.

La visita llega a una de las salas más impresionantes: la de la fermentación. En este espacio, un buen número de tinas o bañeras se llenan con el caldo resultante de la cocción. Antes de llegar a la tina, se le inyecta levadura con oxígeno. Los azúcares de la mezcla, el oxígeno y la temperatura idónea provocan que la levadura, un ser vivo, se sienta cómoda y comience a procrear, por lo que además de fábrica de malta y cerveza,

La Zaragozana se puede considerar productora de levadura. Ahí, nos explican el ciclo de las levaduras mientras miramos atónitos cómo trabajan. En algunas tinas está reproduciéndose, en otras, ya ha consumido el oxígeno y los azúcares y empieza a expulsar carbónico y alcohol. La sala está bien ventilada, de lo contrario no podríamos aguantar ensu interior.

Mientras los visitantes recorremos boquiabiertos las viejas instalaciones de La Zaragozana, en otro edificio contiguo se cuecen miles de litros de cervezas que serán comercializadas.

Contenido

El museo nació en el año 2000, año del centenario, como exposición temporal y, dada la gran aceptación que ha tenido por parte de los visitantes, se ha convertido en un museo permanente sobre la cerveza en general y La Zaragozana en particular.

Resulta un museo muy emotivo, sobre todo para los zaragozanos y para la gente del barrio, pues de su recorrido se desprende parte de nuestra intrahistoria, esa que no sale en los libros. La duración de la visita es de unas 2 horas.

Lo primero que encontramos son unos paneles, grandes y atractivos visualmente, que nos explican, con textos resumidos e imágenes, la historia de la cerveza, desde sus orígenes sumerios y egipcios, hasta su romanización y su posterior difusión de la mano de los bárbaros.

Nos hablan de cómo fueron los monjes del Medievo quienes la perfeccionaron. Descubre a los grandes científicos de la cerveza, entre los que destaca Pasteur y su Estudio sobre la cerveza, en el que desvelaba el verdadero papel de la levadura.

Se traslada a España y al reinado de Carlos I, que fue quien intentó implantar en Madrid su rubia flamenca. Y, por fin, llega a Zaragoza. En los paneles dedicados a la llegada de la fábrica a nuestra ciudad, encontramos verdaderos tesoros documentales: la nómina del primer maestro cervecero; las noticias de la única huelga que tuvo lugar en 1918; las fotografías más antiguas del edificio, en las afueras de la ciudad; las distintas ampliaciones del mismo, realizadas por Regino Borobio y José Beltrán; la fotografía de la primera plantilla de La Zaragozana, junto a la de la plantilla actual, etc.

Entre todos esos paneles, que merece la pena leer y admirar con detenimiento, hay otro museo paralelo, industrial, en el que vemos la evolución de la maquinaria: las primeras embotelladoras, las primeras lavadoras de botellas, herramientas, artilugios, etc.

También vemos en un panel, los distintos medios de distribución que ha utilizado la cervecera: sus coches de caballos, sus camionetas y, por supuesto, su narria, ese carro de 1905, restaurado con acierto y tirado por dos hermosos caballos shires, que vemos en todas las fiestas y eventos zaragozanos recorriendo nuestras calles.

Para concluir la visita, pasamos por la tienda, en la que está todo el merchandising y objetos cerveceros de La Zaragozana y de su marca: Ambar.

Datos de Contacto

Nombre

Museo de la Cerveza La Zaragozana

Dirección

Calle Ramón Berenguer IV, 1