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Comarca del Campo de Cariñena
La Comarca del Campo de Cariñena tiene una superficie de 772,00 kilómetros cuadrados y cuenta con una población aproximada de 11.059 habitantes, distribuidos en 14 municipios. Su capital es Cariñena.
Esta comarca se sitúa en la parte central y meridional del valle medio del Ebro, entre las primeras sierras del
, sierras de
, del Peco y Modorra y del
, y las tÃpicas muelas de la depresión fluvial.
Constituye una zona de piedemonte extendida entre los cursos de los rÃos
y
. Este último rÃo atraviesa de norte a sur su lado oriental.
Limita al norte con las comarcas de
y de
, al sur con el
, al este con el
, y al oeste con la
.
El 86,60 % del territorio se sitúa a una altura entre los 400 y los 800 metros. La altura máxima es el
, con sus 1.275 metros, en la
.
La comarca está bien comunicada y articulada en torno a la capital de la Comarca. La carretera N-330, Murcia-Alicante-Zaragoza-Francia y próximamente transformada en autovÃa, atraviesa la comarca en dirección norte-sur, y la carretera A-220, Cariñena-Borja-Epila, que la atraviesa en dirección oeste-este, enlazando con la autovÃa A-2 de Madrid en La Almunia.
En autobús, lÃneas regulares de
y
.
En Tren,
.
Bajo un clima mediterráneo continental de fuertes contrastes estacionales, las temperaturas más altas se recogen en el mes de julio y los valores mÃnimos en el mes de enero.
Pero sin duda la caracterÃstica más destacable de la zona es la escasez de precipitaciones unidas al fuerte viento propio de la depresión del Ebro.
Son famosos los moscatelillos y mostillos de Cariñena, pero son los vinos los que se apoderan de la mesa, con su extensa variedad de garnacha negra, macabeo, tempranillo, mazuela y cabernet sauvignon.
La comida tradicional aragonesa no falta en la mesa de esta comarca: el sabroso ternasco asado con su guarnición de patatas, o las migas, con huevo o con uva, son platos tradicionales.
Las raÃces de estas tierras las encontramos en la Prehistoria cuando ya eran el principal camino que unÃa el rÃo Ebro con el interior.
Aunque posiblemente poblada en el PaleolÃtico, los primeros restos encontrados son del final del NeolÃtico, gracias a los hallazgos de sÃlex de Villanueva y Tosos y el conjunto de la Loma del Castillo de Longares. Durante el Bronce Medio se ocuparÃan los yacimientos de Cabezo de la Torre I y II de Muel, Cabezo Altomira de Alfamén, Cerro de San Pablo de Villanueva y Peña Foradada de Aguilón todos ellos ofrecen un hábitat de pequeñas dimensiones.
Podemos encontrar en ella también restos Ãberos, como son la Loma del Castillo de Longares, San Vicente de Villanueva, Villalba y Alcañicejo en Tosos, el Convento de Encinacorba, la cantera del Santo de Paniza y el Castillo de Aladrén.
Con el avance romano por el rÃo Ebro irán surgiendo nuevas villas como son Cariñena, en Mezalocha la partida de Santa Catalina, en Tosos la partida de Villalba y otros como en Aladrén, la necrópolis en Paniza, y el dique romano de Muel que la convertirÃa en un zona en expansión y de abastecimiento de Caesaraugusta.
De la época musulmana en estas tierras nos quedan huellas tan evidentes como es la topononimia en nombres como Alfamén, Aladrén y Muel (derivado del nombre musulmán de su castillo, Muwala), y las diferentes muestras de arte mudéjar. La zona vivió bajo el dominio musulmán hasta ser conquistada por Alfonso I el Batallador en el Siglo XII.
Y asà desde sus orÃgenes se forma la historia de esta zona que a través de conquistas y reconquistas va dando lugar a tierra de mezcla de fronteras y testigo directo de la historia de España. Sus habitantes son capaces tanto de convivir en mestizaje (cristianos, judÃos y musulmanes), como de ser leales y saber defender heroicamente las tierras ante tropas enemigas.
El siglo XIX , lleno de guerras que azotan el liberalismo polÃtico en España es decisivo para el desarrollo definitivo del cultivo y la producción de la vid.
Factores de tipo natural y coyunturas históricas han sido determinantes en la vocación del Campo de Cariñena como zona de monocultivo vitÃcola. La decadencia de los viñedos franceses a finales del pasado siglo junto con el tipo de suelo y clima favorables contribuyó a fomentar su cultivo, su desarrollo y su producción que fueron afianzados en los años 60 gracias a obtener la Denominación de Origen Cariñena, incrementando asà la escasa industria existente y la comercialización nacional e internacional del vino de Cariñena.